La hija de Cleopatra

Mientras Antonio y Cleopatra han sido inmortalizados por la Historia y la cultura popular, su descendencia ha resultado prácticamente olvidada. Cleopatra Selene, su hija, logró ser una importante regente por derecho propio.

El amorío entre Cleopatra VII, reina de Egipto [69 – 30 a.C.], y Marco Antonio, triunviro romano [88 – 30 a.C.] es legendario.

En su época, el romance se transformó velozmente en un hecho infame sujeto de chismes, insinuaciones y escándalos que alcanzó a todo el mundo antiguo. Por más de 2000 años esta historia ha sido fuente de fascinación. Fue primero registrado como un hecho histórico en tratados y biografías redactadas por intelectuales griegos y romanos para, posteriormente, ser tomado como ficción en poemas, obras teatrales, novelas, programas de televisión y largometrajes. Lo que no es tan conocido es que tuvieron tres hijos: los mellizos Cleopatra Selene y Alejandro Helios, y, junto a ellos, su joven hermano Ptolomeo Filadelfo.

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Monedas de Cleoapatra Selene y su esposo Juba como reyes de Mauritania.

Alejandro Helios y Ptolomeo Filadelfo desaparecieron prontamente de los registros históricos. Probablemente fueron víctimas de alguna enfermedad durante su infancia. Cleopatra Selene, sin embargo, no solo les sobrevivió hasta llegar a la adultez sino que llegó a ser una importante e influyente figura política por derecho propio. Afirmaba ser descendiente del semi dios grecorromano Heracles / Hércules y de héroes históricos como Filipo de Macedonia, Alejandro el Grande, Ptolomeo I Sóter y Ptolomeo II Filadelfo, además de estar emparentada con los emperadores de la dinastía julio-claudia como Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. Durante el transcurso de su agitada vida llegó a ser primero princesa egipcia; luego, una prisionera romana y, finalmente, una reina africana. Curiosamente, a diferencia de su madre y otras gobernantes de su tiempo como Cartimandua de los brigantes, Boudica de los icenos y Zenobia de Palmira, famosas por conflictos locales, guerras civiles y rebeliones de sus naciones; la razón por la que se conoce poco de Cleopatra Selene es porque llegó a tener éxito.

ANTONIO Y CLEOPATRA

En el 42 d.C., Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longinos, los últimos asesinos sobrevivientes de Julio César, habían sido derrotados y muertos en la Batalla de Filipos al norte de Grecia. Como resultado de la lucha, los vencedores Antonio y Cayo Octavio, sobrino nieto de César, habían dividido el mundo romano entre los dos. Antonio recibió el este y Octaviano el oeste. En los años subsiguientes la prioridad de Antonio fue la invasión y conquista de Partia, antiguo enemigo de Roma. César, al momento de ser asesinado en el 44 a.C, había estado planificando esta operación como parte de una venganza por la derrota del general romano Marco Licinio Craso en la Batalla de Carras del 53 a.C. Con el propósito de tener una campaña militar exitosa, Antonio requería no solo una base de operaciones en oriente, sino también una línea de recursos, suministros y equipos.

En el otoño del 41 d.C. Antonio convocó a Cleopatra para reunirse con él en Tarso, Asia Menor. Ella era la gobernante del reino cliente más próspero de Roma, una región en donde la inundación anual del Nilo cubría la tierra con una capa de negro y espeso sedimento que lo volvía tan fértil desde el punto de vista agrícola que era posible cosechar múltiples cultivos cada año y en cuyo desierto oriental se había encontrado fabulosos recursos minerales que eran explotados en busca de oro, piedras preciosas y mármoles de colores. Adicionalmente a las ventajas naturales procedentes del clima, el medio ambiente y la geología de Egipto, la ciudad de Alejandría era el mayor centro de comercio del Mediterráneo y el reino tenía el monopolio comercial con la India y el lejano oriente.

A pesar de que escritores griegos y romanos disfrutaron afirmando que Antonio sucumbió a los encantos de Cleopatra y se enamoró de ella a primera vista, el encuentro en Tarso no era en realidad la primera vez que ellos se reunían. Se habían encontrado previamente en muchas ocasiones: primero, en la corte real en Egipto, cuando Antonio estaba sirviendo durante el 55 d.C. y Cleopatra era solo una adolescente y; luego, otra vez, unos años después en casa de César en Roma cuando Cleopatra se encontraba ahí con su hijo entre el 46 y 44 d.C. Sin embargo, es claro que en esta ocasión Cleopatra se propuso de forma deliberada causar un impresión favorable en Antonio. Después de todo, con César muerto, ella y su hijo necesitaban un nuevo protector romano poderoso.

El relato más detallado sobre la reunión que ha sobrevivido desde la antigüedad fue registrado en una biografía de Antonio por parte del escritor griego de Plutarco. A pesar de que escribió un siglo después de la muerte del protagonista, su fuente para los detalles de la vida de Antonio con Cleopatra fue un amigo de su abuelo, quien conocía a los sirvientes de Cleopatra, así que, por lo general, su información es considerada fiable. Mil quinientos años después, sus palabras inspiraron una de las más memorables escenas de Shakespeare.

“[Cleopatra] recibió diversas cartas, de Antonio como de su amigos, convocándola; pero ella no tomó atención alguna a esas órdenes y, al final, como una burla hacia ellos, navegó por el río Cidno en una barca con dorada popa y velas púrpuras extendidas mientras que remos de plata se movían al compás de la música de flautas, oboes y arpas. Ella estuvo siempre acostada bajo un dosel revestido de oro, vestida como un cuadro de Venus, y hermosos jóvenes, pintado de Cupidos, se ubicaban a cada lado abanicándola. Sus criadas estaban vestidas como Ninfas marinas y Gracias, algunas hacía el timón, otras laborando en las cuerdas. El aroma de sus perfumes se esparcieron desde el barco hacia la orilla, la cual cubierta de multitudes, algunas siguiendo la nave por el río sobre alguna de sus orillas, otros corriendo desde la ciudad para ver el espectáculo. El mercado se quedó totalmente vacío y Antonio, al fin, se quedó solo.” [Vida de Antonio 25. 5-26. 3]

No hay duda que Cleopatra orquestó cuidadosamente hasta el último detalle de su arribo a Tarso. Entró en la ciudad mostrando la espectacular riqueza de su reino y esta táctica no pudo haber sido más atractiva para Antonio, quien no solo necesitaba dinero para financiar su campaña militar contra Partia, sino que había estado permanentemente endeudado la mayor parte de su vida adulta. Ella le ofreció algo más que no había pensado: la oportunidad de divertirse y una decadente autocomplacencia. Ella le proporcionó mucho de ello en Tarso y abandonó a su esposa Fulvia, regresó junto a Cleopatra a Alejandría y permaneció ahí el resto del año antes de partir en la siguiente primavera.

PRINCESA EGIPCIA

Cleopatra Selene y Alejandro Helios nacieron más tarde ese año, en algún momento momento del otoño del 40 d.C. Aunque no ha sobrevivido ningún registro sobre la fecha y orden de su nacimiento, lo que es cierto es que mientras que la paternidad de su hermano mayor Cesarión fue constantemente cuestionada en la antigüedad, el hecho de que Antonio fuera padre de los gemelos jamás se puso en discusión. Por el contrario, alrededor de la década que siguió, se hizo mucha propagando al hecho de que Antonio no solo se había permitido un vergonzoso contubernio con una mujer extranjera y que había concluido en el rechazo no solo de una, sino de dos de sus legítimas esposas romanas [Fulvia murió en el 40 d.C. y fue prontamente reemplazada por la hermana de Octaviano, Octavia], sino también que había sido el progenitor de una prole de hijos extranjeros ilegítimos. La respuesta de Antonio a esas acusaciones no fue negarlas, sino, más bien, señalar todo lo contrario: sus acciones no solo estaban totalmente justificadas sino también eran en beneficio del pueblo de Roma y su imperio. Ahora bien, a pesar de que probablemente conociera él sobre el embarazo y subsecuente nacimiento de los gemelos, no realizo intento alguno por volver a Egipto. No fue sino hasta el 37 d.C. cuando Antonio solicitó a Cleopatra reunirse con él una vez más, esta vez en Antioquía, Siria. Ella viajó junto a los gemelos y él pudo conocerlos por primera vez reconociendo formalmente su paternidad.

A los ojos de los súbditos egipcios de Cleopatra, su relación Antonio era el equivalente a un matrimonio dinástico como lo había sido su primera relación con César. Por todo ello, Cleopatra Selene y Alejandro Helios eran legítimos, al igual que Cesarión. Como él, ellos tenían un papel en la sucesión y con eso mente es que Cleopatra seleccionó cuidadosamente sus nombres. Ambos, Alejandro y Cleopatra, tenían una ascendencia macedónica, seléucida y ptolemaica que los unía con ancestros de otras prominentes familias reales del cercano oriente, muy a pesar de que asociación más obvia habría sido con Alejandro Magno y Cleopatra VII misma. Los segundos nombres: Helios [Sol] y Selene [Luna] no sólo señalaban que eran gemelos, y de forma bastante caprichosa que eran una pareja, sino que también servía para asociarlos [sobretodo a Alejandro Helios] con mitos y profecías que estaban circulando por el Imperio Romano en relación a una futura “era dorada”. Claramente, grandes cosas se esperaban de ambos.

En los próximos dos años, Antonio concedió vastas extensiones de terrenos en favor de Cleopatra y sus hijos. Esas concesiones aseguraba que Egipto recuperara gradualmente los territorios que había gobernado durante su máximo apogeo, en el reinado de Ptolomeo II Filadelfo. Cualquiera que haya sido lo que pensaba Antonio tras las concesiones, las mismas que formaban una pequeña parte de la reorganización de las provincias orientales bajo su mandato, este fue el punto en el que Cleopatra comenzó a usar un nuevo sistema de fechado para calcular su reino lo cual mostraba claramente sus sentimiento hacia ellos. Habría tenido éxito en restaurar el imperio Ptolemaico como lo había sido en el tiempo de Ptolomeo I Soter [r. 232 – 283 d.C.] y Ptolomeo II Filadelfo [r. 283 246 d.C.]. Seguramente esto fue alrededor del momento en el que ella dió a luz a su cuarto y último hijo, llamado como el heredero de Ptolomeo I Sóter, Ptolomeo II Filadelfo, el gobernante que había conquistado todo estos territorios por primera vez.

La campaña de Antonio en Partia terminó siendo una humillante derrota, aunque eso no le impidió retornar a Alejandría como un héroe conquistador en el 34 d.C. Poco tiempo después, una lujosa ceremonia que ha llegado a ser conocida como las Donaciones de Alejandría fue organizada en el gimnasio de la Ciudad. Una gran multitud reunida presenció a Antonio y Cleopatra [vestida como la diosa egipcia Isis] ubicarse en tronos de oro sobre la una plataforma de plata junto a Cesarión, Cleopatra Selene, Alejandro Helios y Ptolomeo Filadelfo ubicados sobre unos más pequeños y menos vistosos asientos justo detrás. Antonio proclamó que Cleopatra era Reina de Reyes, Cesarión era verdadero hijo de César y Rey de Egipto y luego procedió a otorgar sus propios reinos a Cleopatra Selene, Alejandro Helios y Ptolomeo Filadelfo. Cleopatra Selene recibió Creta y Cirenaica, ambos territorios que estuvieron particularmente asociados con las familias de Antonio y Cleopatra. Su abuelo paterno, Marco Antonio Crético, había sido ordenado de limpiar a Creta de piratas y los Ptolomeos habían controlado la Cirenaica alguna vez. Alejandro Helios, vestido con traje tradicional parto, recibió los reinos de Armenia y Media [también estaba comprometido con la princesa del último de estos reinos, Iotape] y todo el territorio al este del Eufrates hasta la India, principalmente el imperio Parto que Antonio aún tenía que conquistar. Ptolomeo Filadelfo, vestido con un tradicional ropaje macedónico, le fueron otorgados los territorios sirios, los cuales Cleopatra había reclamado recientemente para reconstruir el imperio Ptolemaico, además fue hecho señor de todos los reinos súbitos del cercano oriente al oeste del Eufrates. Debido a que eran muy pequeños, ni los gemelos ni Ptolomeo Filadelfo estaban en condiciones de asumir el control de dichos territorios en ese momento pero era claro que tanto Antonio como Cleopatra pretendían que ellos debían hacerlo en cuestión de algunos años.

Indignado por las Donaciones de Alejandría, el descubrimiento de una supuesta copia del testamento de Antonio, en el que revelaba que deseaba ser enterrado en Alejandría con Cleopatra antes que en Roma con Octavia, fue la gota que derramó el vaso para Octavio. Luego de una década de hostilidades, las relaciones diplomáticas entre ambos fracasaron, provocando una inevitable acción militar. Las dos facciones se encontraron frente a frente en las costas de Grecia en la Batalla de Actio en septiembre del 31 d.C. Octavio ganó la batalla, a pesar de que su victoria estuvo lejos de ser decisiva y sólo pudo ser conseguida con la ayuda de su amigo y colega Marco Vipsanio Agripa. Como consecuencia de su derrota, Antonio y Cleopatra regresaron a Alejandría. Mientras Antonio sufría un ataque de ansiedad y marchaba hacia el aislamiento, Cleopatra comenzó a planificar su próxima movida. En los meses que siguieron, envió una serie de mensajero a Octavio, ofreciendo primero traicionar a Antonio y, luego, cuando ello fracasó, abdicó en favor de sus hijos.

PRISIONERA ROMANA

Cuando Octavio llegó a Egipto en el verano del 30 d.C., Antonio y Cleopatra estuvieron prestos para realizar una última defensa; pero, preparados para lo peor, enviaron a los niños lejos. La derrota fue inevitable y ellos cometieron sus famosos suicidios antes de rendirse. Cesarión estuvo en camino a la India pero fue traicionado por su tutor, interceptado por fuerzas romanas y ejecutado. Cleopatra Selene, Alejandro Helios y Ptolomeo Filadelfo fueron llevados la sur, hacia Tebas. Sin embargo, las muertes de su madre y Cesarión dejaron a Cleopatra Selene y Alejandro Helios nominalmente a cargo de Egipto, así que fueron llevados de vuelta a Alejandría a reinar nominalmente solo hasta que el reino fue oficialmente anexado por el Imperio Romano dos semanas después. Cuando Octavio se fue de la recientemente creada provincia, volvió a Roma con los gemelos y Ptolomeo Filadelfo

Octavio esperaba originalmente capturar a Cleopatra con vida. Esto le habría permitido desfilar con ella por las calles de Roma durante el triple triunfo que estaba planificando para celebrar sus victorias en Iliria, Actio y Egipto, tal y como César lo había hecho al desfilar con Arsinoë [hermana de Cleopatra] durante su propio triunfo al celebrar su victoria en la Guerra Alejandrina en el 48 d.C. Obviamente el suicidio de Cleopatra hizo esto imposible; así que, en lugar de ello, desfiló con una esfinge de la reina sosteniendo una áspid mientras Cleopatra Selene y Alejandro helios, vestidos como la luna y el sol en referencia a sus nombres, caminaban a su lado. Su participación en la sección egipcia del triple triunfo de Octavio dejaba claro que su vida egipcia había llegado a su fin.

Durante sus primeros diez años, Cleopatra Selene había crecido en Egipto como una princesa en la corte de ese país, el hecho de que su padre fuera un ciudadano romano, antiguo cónsul y triunviro fue prácticamente irrelevante en ese momento de su vida. Sin embargo, una vez muertos ambos padres y Egipto dejando de existir como reino independiente, la cuestión de qué hacer con Cleopatra Selene y sus hermanos necesitaba resolverse. En ausencia de parientes sobrevivientes, la responsabilidad sobre ellos pasaba a Octavio quien, a su vez, la trasladó a Octavia.

Los niños vivieron en la casa de Octavia sobre el monte Palatino en Roma como miembro de una familia extendida que incluía a su medio hermano Julo Antonio [hijo de Antonio con Fulvia] y a sus media hermanas, ambas llamadas Antonia [hijas de Antonio con Octavia], así como los hijos mayores de Octavia en un matrimonio previo: Marco Claudio Marcelo y sus dos hijas, ambas llamadas Marcela. Vivían no muy lejos de donde estaba Octavio, quien ahora era conocido como Augusto, y su esposa Livia Drusila, Julia [hija de Augusto] y los hijos de Livia: Tiberio Claudio Nerón y Décimo Claudio Druso. En suma a los miembros de estas dos casas, Augusto había gradualmente acumulado una colección de niños de sangre real. La mayoría de ellos eran herederos de reinos amigos sometidos y que habían sido enviados con el objetivo de “romanizarlos” y hacer más efectivos como reyes dependientes; pero a ello también se incluía a varios individuos que eran descendientes de antiguos gobernantes clientes que habían sido depuestos o estaban muertos.

Uno de estos últimos fue Cayo Julio Juba, el hijo del rey Juba de Numidia [hoy en día Algeria, Túnez y Libia], quien se suicidó en el 46 a.C. luego de ser derrotado por César en la Batalla de Tapso. Siendo solo un bebé, Juba había sido llevado a Roma por César y exhibido en la sección africana durante su cuádruple triunfo. Posteriormente, había crecido en la casa de César hasta el asesinato del dictador en el 44 a.C. cuando la custodia del niño pareció haber pasado a Octavio y Octavia. Juba fue premiado con la ciudadanía romana y permaneció durante su infancia y adolescencia en Roma, en ese tiempo estuvo recibiendo una educación romana y alentado a intereses intelectuales los cuales lo llevaron a escribir tratados académicos sobre varias materias [muchos de ellos fueron usados por Plinio el Viejo como fuente para su enorme Historia Natural de 37 volúmenes]. Con su contemporáneos Marcelo, Tiberio y Druso se puso incluso bajo el servicio militar con las legiones romanas en España; luego, Augusto decidió conferirle el nuevo reino cliente de Mauritania ya que su original Numida fue convertida en la provincia romana de Africa Nova.

REINA AFRICANA

A pesar de que Octavia había sido desafortunada para el amor; era, aparentemente, una celestina. El 25 a.C. ella fue el instrumento para concertar un matrimonio entre Cleopatra Selene y Juba. El evento fue conmemorado por el poeta Crinágoras de Mitilene en un epigrama que sobrevive en su totalidad:

Grandes regiones vecinas del mundo, la cual el Nilo, desbordado por la negra Etiopía, divide, ustedes han erigido tronos comunes para ambos a través del matrimonio, dando a pie a una raza de egipcios y libios.

Dejen a los hijos de los reyes, a su turno, tomar de sus padres un gobierno fuerte sobre ambas tierras.

Cleopatra Selene y Juba tenían mucho en común. Ambos habían quedado huérfanos a una temprana edad por los suicidios de sus padres y sus tierras ancestrales habían sido confiscadas. Ambos fueron expuestos en procesiones triunfales y alentados a iniciar una nueva vida romana. También eran políticamente problemáticos y casarlos e instarlos como gobernantes súbditos era una excelente potencial solución. Por esta razón, luego de la boda, Augusto los proclamó rey y reina de Mauritania enviandolos a gobernar como sus vasallos.

La joven pareja habían tenido un cambio radical en sus vidas como resultado de las acciones de sus padres. Una vez que llegaron a Mauritania, ellos fueron libres de tomar sus propias decisiones sin rendirle cuentas a nadie; excepto quizá al propio Augusto. Tuvieron mucho por hacer: el nuevo reino era una vasto territorio que abarca las actuales Algeria y Marruecos así como la moderna Mauritania. Como podría esperarse de un reino creado a partir de dos más pequeños, este tenía dos ciudades capitales: Iol [actual Cherchell] sobre las costas mediterráneas y Volubilis [actual Walili] tierra adentro. Mauritania tenía también una pequeña cantidad de colonias griegas y romanas originalmente fundadas para facilitar el comercio con la Hispania Bética [Andalucía].

Cleopatra Selene y Juba demostraron estar a la altura de la tarea encomendada. A pesar de que Juba era en ese momento el indiscutido rey de Mauritania, nunca había sido Rey de Numidia o de cualquier otro sitio. En cambio, Cleopatra Selene no solo había sido declarada reina de Creta y de la Cirenaica en el 34 d.C. sino que también había sido reina de Egipto en el 30 d.C., aunque solo por un corto periodo de tiempo. En consecuencia, ella poseía suficiente prestigio para gobernar junto a su esposo por propio derecho y se refirió constantemente a su estirpe griega y egipcia en las monedas que mandó a acuñar en su nombre como en las que distribuyó junto a Juba. El nuevo reino necesitaba una modernización, así que ellos refundaron Iol como Cesárea en honor a su benefactor Augusto [ello podría haber sido un intento de competir con Herodes, rey cliente de Judea, quien había hecho lo mismo algunos años antes]. Cesárea fue colmada de de grandiosos edificios, algunos inspirados en Roma y en Alejandría. Incluso se construyó un faro al estilo del Faro de Alejandría colocado sobre una isla en el puerto, un palacio real frente al mar y numerosos templos para las deidades romanas y egipcias. La corte real atraía estudiosos y artistas de todas partes del Imperio Romano transformado la ciudad en la cosmopolita fusión de las culturas griega, romana y egipcia.

La pareja reino Mauritania por alrededor de dos décadas hasta la temprana muerte de Cleopatra a la edad de 35 años. Según señala Crinágoras de Mitilene, en un segundo epigrama conmemorativo, su muerte pareció coincidir con un eclipse lunar que tuvo lugar el 23 de marzo del 5 a.C.

La propia luna se oscureció, elevándose al atardecer, cubriendo su sufrimiento en la noche, por ella vio a su hermosa homónima Selene, sin vida, descender al Hades, con ella compartió la belleza de su luz y mezcló su propia oscuridad con la de su muerte.

A su muerte le sobrevivieron su esposo y su hijo, Ptolomeo, quien reinó junto a su padre por algunos años antes de hacerlo en solitario tras la muerte de Juba en el 23 d.C. Ptolomeo reinó hasta el 40 d.C. cuando fue ejecutado por orden del emperador Caligula, sobrino nieto de su madre. Ptolomeo murió sin descendencia y cuando Calígula fue asesinado el año siguiente, Claudio, su sucesor, decidió tomar ventaja apoderándose del reino. Luego de sólo 65 años, los territorios recientemente unificados fueron divididos nuevamente y convertidas en las provincias romanas de Mauritania Cesariense y Mauritania Tingitana. Cleopatra Selene, Juba y Ptolomeo fueron olvidados.

Jane Draycott es investigador en ciencia y tecnología antigua de Lord Kelvin / Adam Smith Research de la Universidad de Glasgow. El artículo fue publicado originalmente en la edición de abril de 2013 de History Today.

Imagen de portada: Fragmeto de relive Ptolemaico [se presume podría retratar a Cleopatra]

Artículo publicado originalmente el 22 de mayo de 2018 en History Today. Enlace: https://is.gd/xvfuQ7

*Esta traducción no es profesional

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